AGROTOXICOS EN ARGENTINA
Desde Nuevo Ambiente creemos oportuno difundir un documento elaborado recientemente por la Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE) referido al consumo de agrotóxicos en Argentina que aumenta continuamente, y que nuestra Región no estaría ajena a ello.
Recientemente CASAFE (cámara de agrotóxicos argentina) informo la evolución de su mercado: el consumo de pesticidas aumentó 858% en los últimos 22 años, la superficie cultivada lo hizo en un 50% y el rendimiento de los cultivos solo aumentó un 30%. En Argentina hay gran negocio para la industria mundial de venenos (encabezadas por Monsanto y Bayer) y se genera un gran problema para la salud colectiva.
Durante la última campaña (2012-2013) las ventas de agrotóxicos aumentaron un 16% en dólares. Como todos los años Argentina incrementó sus gastos en este rubro y alcanzó una facturación de 2.381 millones de u$s en el último período. 317 millones de kg/litros de pesticidas fue la cantidad aplicada a los campos del país.
La pujanza del negocio no nos preocuparía tanto si no se fumigaran con esta enorme cantidad de veneno áreas de monocultivos intensivos donde viven más de 12 millones de personas. Estos mismos ciudadanos son expuestos todos los años, durante los mismos meses, a los mismos venenos, pero todos los años se aumenta la dosis de los mismos y paulatinamente se los mezcla con otros tóxicos más peligrosos aun.
POR QUÉ LOS LLAMAMOS “AGROTÓXICOS”
Estos preparados químicos son utilizados para exterminar “pestes” o “plagas” de los cultivos (pesticidas o plaguicidas), todas ellas generadas por organismos biológicos con vida. Herbicidas, insecticidas, acaricidas, fungicidas, son todos venenos destinados a matar seres vivos. Claramente son productos tóxicos, de uso agrario (de allí: agrotóxicos), de distintas toxicidades, algunos más letales otros menos agresivos, pero todos son venenos con impacto sobre la salud humana, aun los que creímos en su momento que no lo eran (recordar la historia del DDT).
Existe una deliberada intención comercial de ocultar la peligrosidad de estos productos. Imponer la convicción de que no son dañinos o que son “poco tóxicos” predispone a su utilización cotidiana y generalizada.
Desgraciadamente esta intención también se verifica en ámbitos académicos, con esa artera finalidad se los denomina como “productos defensivos”, cuando no hay nada más “agresivo” para la naturaleza y su biodiversidad; o “fitosanitarios” como si propendieran a la salud vegetal o rural cuando sus efectos son claramente biocidas, lejos de algo sanitario.
Las cosas debemos llamarlas por su nombre y los venenos de uso agrario deben llamarse agrotóxicos en forma genérica. Recordemos que Monsanto e incluso el mismo Ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Dr. Lino Barañao, afirman que se puede tomar un vaso lleno de glifosato (roundup) sin ningún peligro, aunque está demostrado científicamente que todas las personas que lo hicieron fallecieron .
LA EVOLUCIÓN DEL CONSUMO DE AGROTÓXICOS
El año pasado, en que volvió a aumentar el gasto en dólares correspondiente a agrotóxicos, las Cámaras del sector afirmaron que disminuyó levemente el volumen utilizado (un 5%), porque se vendieron preparados con mayor concentración de los principios activos, sobre todo para reemplazar a la dilución habitual de glifosato, ya que al no ser efectiva la concentración habitual, se requieren dosis más altas (concentración al 66 y 74%).
El glifosato es el agrotóxico más utilizado en Argentina, concentra el 64% del total de las ventas y se aplicaron 200 millones de kg/l de glifosato en la última campaña agraria.
En 2012 el volumen total de todos los plaguicidas había llegado a 335 millones de Kg/l y venía aumentando continuamente, como se puede apreciar en el grafico nº1 en base a datos de CASAFE, elaborado por REDUAS. En algunos años, por cuestiones más que nada climáticas, disminuyeron levemente los volúmenes fumigados, pero la serie extendida demuestra una consistente curva ascendente en el consumo de agrotóxicos.
Evolución del consumo de agrotóxicos en Argentina. Datos de CASAFE, elaboración REDUAS
El carácter progresivo de estas series de datos con aumento de la utilización de agrotóxicos, no coincide con aumentos proporcionales de las superficies cultivadas. En 20 años, de 1991 a 2012, la superficie cultivada de cereales y oleaginosas aumentó un 50%, de 20 millones a 30 millones de has(3,4) y el consumo de agrotóxicos pasó de 39 millones a 335 millones de kg/l/ año(1), un 858% más de volumen utilizado.
La premisa de que las semillas transgénicas utilizan menos agrotóxicos no se puede verificar en la realidad Argentina.
Incluso cuando analizamos que en 1996/7, momento en que comienza a sembrase soja transgénica, se recomendaba hasta 3 litros de glifosato por ha por año, actualmente se aplican 12 litros de glifosato en la misma ha y por año; lo que demuestra la incapacidad del modelo de agricultura tóxica para enfrentar las respuestas adaptativas de la naturaleza, como el surgimiento de resistencia en las plantas. La única respuesta refleja es aumentar la dosis de venenos por ha (vender más pesticidas a los productores), tanto herbicidas como insecticidas, y agregar agrotóxicos más peligrosos a las mezclas para fumigar.
En Brasil también se verifica el mismo fenómeno. En ese país se calcula que más de 3.000 ingenieros agrónomos son empleados/representantes de la industria de agrotóxicos(5), y sostienen la prosperidad del negocio químico rural. En nuestro país es probable que esa cantidad de agrónomos sea mayor aun.
Otro mito de la industria de biotecnología, es que aumenta el rendimiento del cultivo.
Sin embargo cada vez son más numerosos los estudios científicos independientes que demuestran que esto es una falacia (6,7,8). Se reconoce un aumento en la producción de granos, pero estas investigaciones demuestran que el incremento de rendimiento por hectárea (ha) se vincula a técnicas de agricultura tradicional que se fueron incorporaron en los últimos 20 años; como el aumento de densidad de plantas por unidad de superficie (menos separación entre plantas en el surco y entre surco y surco, etc.).
En Argentina el rendimiento promedio en 1994 fue de 2,2 tn por ha y en 2010 fue de 3 tn; aumentó un 30% el rendimiento promedio de los cultivos…pero en ese periodo consumimos un 858% más de venenos agrarios, algo no está bien.
Comparando consumo de agrotóxicos en millones de kg/l por año, con aumento de la superficie sembrada en millones de has y aumento del rendimiento en toneladas por ha, encontramos que los 858% de crecimiento del mercado de agrotóxicos no se relaciona con un aumento del 50% del área sembrada, ni con un 30% de mayor rendimiento de los cultivos por hectárea.
En insecticidas la utilización de productos de reconocida toxicidad, como clorpirifós (el más utilizado con 61 millones de u$s en 2012), también acompaña este proceso de aumento progresivo y sistemático a lo largo de los dos decenios.